Si bien el conflicto venía desde hace décadas, la ruptura total de ambos colectivos procede de un fenómeno sorprendente. Las familias dueñas de las marcas Percebes-Benz y Meji-Jones aceptaron el casamiento de sus respectivos herederos con visos a la unificación definitiva de ambos emporios. Lo que no sabían es que al nacer su primer hijo varón, este no respondería a las expectativas de las familias.
Fuentes anónimas destacan que desde el entorno del padre se comentó: “los percebeiros no la tenemos así, no me parece un verdadero hijo de un pollícipe”. Recibiendo la siguiente respuesta desde la familia de la madre: “¡Pues sus pies parecen más unas clóchinas que otra cosa!”.
Hoy la relación está completamente rota.