Saltar al contenido

Serie infinita convergente

Nacho cortó la naranja en dos y le arrojó una mitad al profesor. Repitió la operación con la mitad que le quedaba, y así sucesiva y minuciosamente hasta que se aburrió.

–¿Cuántos trozos me has lanzado, Nachete? –le preguntó el profesor, que tenía prohibido castigar, regañar y mirar o hablar mal a sus alumnos.

–Mazo. Infinito por lo menos. Mírate la camisa, tienes mazo.

–¿Y cuántos te quedarían por lanzar?

–Mazo también, pero mazo pequeños. ¿Por?

–Por nada, Nachete, por nada… ¿Y cuánto sumarían los trozos que tienes más los que me has tirado?

–Mazo fácil: una naranja.