
David llega siempre con retraso. He probado a citarle 10 minutos antes, 20, 30…
A nuestra penúltima “quedada” no me presenté. ¿Qué importa que él tampoco apareciera? ¡Por una vez estábamos en paz!
Mi alegría ha durado poco: David me dejó plantado anoche.
Ahora va con una quedada de retraso.