Esperó a que el comensal saliera del local. Dio el último trago al café y se aproximó a su mesa. El corazón le latía con violencia. Sus tripas rugían enfurecidas. Tomó asiento. ¡Medio plato de lasaña! Cogió los cubiertos.
—Vete —le ordenó la camarera.
Amanda apretó con fuerza el cuchillo.