Terminé de contar las palabras de los treinta y dos microrrelatos que llevo escritos (treinta y tres con este, tendré que recontarlas) y le pedí a mi mujer una calculadora para hacer la media.
–¿Crees que soy una persona obsesiva, Miriam?
–Eres el tío más obsesivo que he conocido nunca, Henry. Pero no pasa nada, yo te quiero igual.
Me pasé el resto del día buscando contraejemplos entre nuestros amigos y entre personajes públicos que conozcamos los dos. No encontré ninguno.
Justo cuando estaba a punto de coger el sueño, me dio por pensar en qué habría querido decir con ese “pero no pasa nada”. He decidido no escribir más microrrelatos.