
Le dije que mi mujer y yo éramos pobres, no miserables; que mi hija tenía sólo 2 meses y no estábamos dispuestos a enriquecernos explotando su imagen, exhibiéndola como un muñeco en un anuncio de Dodot.
No por esa miseria.
Colgué el teléfono y busqué inmediatamente el número de Huggies.