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Martingala

Le temblaba todo el cuerpo. Había perdido diez apuestas seguidas al rojo, doblando cada una respecto a la anterior. Estaba a una tirada de rebasar el límite impuesto por el casino.

Su vida entera dependía de una bolita que debía caer en una casilla roja…

–Me retiro.

A sus espaldas, el croupier gritó que había salido rojo. Siguió caminando con paso firme, sin lamentar en absoluto su decisión.