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Las trampas del escritor. Parte 3

Ideas cojonudas

Lo abordó mientras se sacudía las últimas gotas:

–Siempre escribes sobre cosas aburridísimas –le dijo amenazante–. ¿Por qué no te gustan mis ideas?

Le empujó y echó el pestillo.

–¿Qué tienen de malo?

Se sentó en la taza, sollozando.

–¡Si son cojonudas!

–¿Sabes qué? Esta vez escribiré sobre ti.