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La presión

La presión la obligó a cerrar los ojos y a meterse en la boca la polla del stripper. No era una polla bonita, ni gorda, solo alargada, escurridiza y húmeda, como una culebra mudando la piel.

La presión del vestido que habían elegido para ella, la presión de la cerveza, la presión de la música y los focos.

La presión de la fidelidad eterna.

La presión de aquella mano sobre su nuca, la presión de las venas hinchadas, la presión de la bomba a punto de explotar.

La presión de los gritos y los aplausos, la presión de los primeros flases.

La presión la obligó a apretar las mandíbulas, apresando a la culebra con la ciega violencia de un cepo.

UNA NOVELA SOBRE MOCHILEROS EN EL SUDESTE ASIÁTICO: DEL HEDONISMO SIN LÍMITES A LA ESPIRITUALIDAD DEL VIPASSANA Y EL BUDISMO