Me había decidido por fin a interrumpirle. Llevaba toda una vida callando ante individuos como Paco, escuchando sus interminables anécdotas, fingiendo interés por sus mundanos temas de conversación, dejando pasar sus vulgarismos e incorrecciones.
Pero este Paco sí tendría que escucharme. No podría largarse sin más.
Me había decido por fin a interrumpirle, pero la enfermera se me adelantó.
Paco terminó su anécdota mientras abandonaba la habitación en una camilla con ruedas.