En el artículo anterior explicamos en qué consiste el Síndrome del Crítico No Remunerado (SCNR) y cuáles han sido las causas históricas de su crecimiento. Hoy quiero abordar dos cuestiones que quedaron por resolver: ¿Cuáles son las características personales del Crítico No Remunerado (CNR)? ¿Cuál es su modus operandi?
Para poder analizarlas con el nivel de detalle que merecen, he decidido centrarme únicamente en el Crítico Literario No Remunerado (CLNR), por ser el tipo al que pertenezco y porque esto es un blog de literatura. Aclarado esto, pongámonos manos a la crítica.
Características personales del Crítico Literario No Remunerado
Ya comentamos que el SCNR se extiende a segmentos cada vez más amplios de la población. Aun así, cuando hablamos de su variante literaria (SCLNR) el perfil mayoritario sigue siendo el de urbanita, clase media o media-alta, y edades comprendidas entre los 18 y los 40 (recordemos que ahora son los nuevos 30). Veamos tres características adicionales:
1. Ya no disfruta de la lectura
Borges dijo en una entrevista que, cuando empezó a escribir, dejó de disfrutar de la lectura. Al CLNR le ocurre algo similar: cuando empezó a criticar, dejó de disfrutar de la lectura.
El CLNR ya no lee tumbado en la cama plácidamente. Ahora lo hace inclinado sobre una silla, con la frente apoyada sobre una mano en forma de garra, el ceño fruncido y el libro descansando sobre un escritorio o un atril. Armado con un lapicero o un bolígrafo (a los CLNR deberían retirarles los carnets de las bibliotecas) subraya sin piedad el ejemplar correspondiente. Es incapaz de empatizar con los personajes, de disfrutar de la historia, de sentir el viejo placer por la lectura.
A decir verdad, hay un tipo de lectura que le sigue provocando placer: los libros de crítica literaria. Es un placer puramente intelectual, ya que los concibe como herramientas para elaborar sus propias críticas y desarmar a sus contrincantes. Si una discusión se pone fea, utiliza la carta de “no lo digo yo, lo dice Derrida” o “según el nuevo historicismo esto es así”. El CLNR cambia los argumentos por las falacias cuando se siente acorralado.
2. Es un cínico respecto a la literatura
Los CLNR mantienen una relación problemática con la literatura. Muchos son escritores frustrados, que al contraer el SCLNR abandonaron para siempre el oficio. Escribir era su gran pasión, y al apagarse la llama se volvieron unos cínicos.
Los que continúan escribiendo tras contraer el SCLNR son los más despiadados en sus críticas, especialmente cuando van dirigidas a escritores no consagrados.
También están los CLNR ágrafos, cuyo libro de cabecera es Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas. En él se analizan los casos de varios autores que, como ellos, dejaron de escribir en un momento de su vida. Los CLNR encuentran en el libro un montón de maneras de justificar su decisión.
Lo que no entienden la mayoría de los CLNR (he conocido a alguno que sí) es que el acto cínico por excelencia, el que de verdad les curaría el Síndrome, sería abandonar la lectura. Podrían seguir el ejemplo del protagonista de la película La gran belleza, que nos ofrece un excelente antídoto contra el SCLNR.
3. No es un ser antisocial, aunque lo parezca
El CLNR es extremadamente receloso de sus momentos de soledad. Si está concentrado en un libro, una interrupción le puede volver irascible, incluso violento. Avisarle para quedar, sobre todo si se trata de un plan improvisado, es una pérdida del tiempo: cuando quiera compañía, la pedirá.
Más que pedirla, la exigirá. Cerrará su libro, con o sin marcapáginas, abrirá la ventana de su cuarto, se duchará (falta le hacía) y se arrojará a la calle. Con la crítica recién salida del horno se volverá el ser más sociable del mundo, el más hablador, el más amable con quien esté dispuesto a escucharle.
Los que no encuentran lectores en su entorno suelen llevar una doble vida. Socializan con otros CLNR en la red sin que sus amigos y familiares lo sepan. Se crean perfiles falsos para criticar libros en foros especializados, en páginas de recomendaciones o en las redes sociales. Se comportan exactamente igual que el cónyuge insatisfecho: buscando fuera lo que no encuentra en casa (en este caso el reconocimiento, en forma de halagos, por sus críticas).
El modus operandi del Crítico Literario No Remunerado
1. Elige a su presa
El CLNR se camufla de maravilla en los escaparates de las grandes librerías. A simple vista es imposible distinguirlo de un Regalador Navideño, que elige sus libros por la cantidad de ejemplares visibles, el lugar que ocupan en la tienda y las portadas llamativas. El CLNR también pasea sin complejos con su bolsa de La casa del Libro, El Corte Inglés o la FNAC. La diferencia es que él ha elegido los libros a conciencia y sí piensa leerlos (al menos las primeras páginas).
A diferencia de los grandes depredadores, el CLNR no elige a sus presas en función de sus gustos culinarios. Su criterio de selección debe cumplir con tres características muy concretas:
Literatura actual
El CLNR no se atreve con los clásicos. El consenso respecto a su calidad es unánime, y el único crítico infalible, El Tiempo, ha dictado sentencia al respecto. Realizar una crítica original, que vaya más allá del “Ulises es una paja mental”, exige un talento del que muchos CLNR carecen. Además requiere una cantidad ingente de tiempo de investigación (y no olvidemos que, por definición, el CLNR se mueve por amor al arte).
La literatura actual es mucho más agradecida. De hecho, es una apuesta segura. Al no haber emitido El Tiempo su veredicto, el CLNR siempre podrá decir: “Ya veremos si pasa o no a la historia”. Nadie vivirá lo suficiente como para contradecirle.
Lo ha leído mucha gente
A la hora de verbalizar su crítica, el CLNR necesita receptores dispuestos a escucharlas. Aunque elegir libros desconocidos para el gran público le daría cierto estatus entre algunos hípsters, nadie más se interesaría por sus críticas. Podría intentar convencer a sus amigos para que los lean, pero todos conocemos la enorme dificultad de ese tipo de empresas.
Resulta más sencillo elegir un libro conocido. Dejarse aconsejar por personas de las que no habría aceptado un consejo literario unos años atrás. Es la ventaja de haber perdido por completo el placer por la lectura. En cierto modo, se impone la cantidad (de lectores) frente a la calidad (del libro).
Ha recibido premios
Se impone la cantidad, pero no del todo. Si el clásico es una pieza demasiado grande, el bestseller masacrado o ignorado por la crítica es demasiado pequeña. El CLNR tiene hambre de crítica, y sabe que un libro como Crepúsculo no va a saciarle. Por eso escoge a sus presas entre los premios literarios nacionales más importantes.
Ya hemos comentado que muchos CLNR son escritores frustrados, y que sienten especial inquina por los autores no consagrados. También hemos visto que el reconocimiento es su principal motor de actuación, pero no el único: la envidia juega un papel importantísimo. Hincarle el diente a ese escritor novel que ha recibido un premio (siempre inmerecido, a juicio del CLNR) es un incentivo nada desdeñable.
2. Devora a su presa
El CLNR comienza el festín desde la primera página. Busca personajes maniqueos, formas de expresarse que no se corresponden con su nivel cognitivo o sociocultural, diálogos poco realistas, tramas inverosímiles, la novela como un ensayo camuflado, como una excusa para que el autor vierta sus opiniones políticas, falta de coherencia interna… En resumen, cualquier detalle que le saque de la historia (algo para lo que estaba más que predispuesto).
Roto el pacto de verosimilitud con el libro, el CLNR no hará nada por reconstruirlo. ¿Para qué buscarle los puntos fuertes, si eso no va a darle ningún rédito de cara a su crítica? En cuanto encuentre suficientes “fallos técnicos”, dejará de leer. Al CLNR le gusta tener el control en todo momento. Su peor pesadilla es encontrar un libro que le domine, que le atrape de principio a fin.
Pero el CLNR no se conformará con encontrar esos “fallos técnicos”. Especiará un poco su crítica, para que la presa sepa mejor. Citará a tres o cuatro autores, demostrará que conoce alguna corriente de crítica literaria. Dirá cosas como: “esto es una novela posmoderna por esto y por esto” o “se basa en esta tesis de Foucault, pero refuta esta otra”. Despedazada y devorada su presa, solo queda exhibir los restos del trofeo.
3. Exhibe los restos del trofeo
El CLNR es muy cauteloso con esta parte. Elige cuidadosamente a los receptores, el modo de expresar la crítica, el momento, el lugar y el canal de transmisión. Sus formas preferidas de exhibir los restos del trofeo son:
En el bar
El CLNR entra en el bar. Con un rápido vistazo, estudia al grupo de amigos que hay en su mesa y los divide en dos grupos: lectores y no lectores. A los miembros del primer grupo los dividirá a su vez entre los que han leído el libro que va a criticar y los que no. Una vez hecha la clasificación, espera.
Espera porque sabe que escupir su crítica en ese momento es como enseñar un animal disecado a un grupo de veganos: no sabrán apreciarla y puede que hasta le repudien por ello.
Se aburre en seguida de la conversación no literaria, bosteza, mira el reloj, bebe más de la cuenta. Espera con ansia el momento en que el grupo se disuelva y se queden solamente los carnívoros como él. En caso de que esto no ocurriera, probará por otras vías:
A través de grupos de WhatsApp
El CLNR es extremadamente cuidadoso a la hora de meterse en un grupo de WhatsApp. Solo le interesan aquellos en los que se hable de literatura. Así podrá introducir sus críticas en cualquier momento (a diferencia de lo que ocurre en el bar).
Los audios de WhatsApp fueron una auténtica revolución para el CLNR. En general se expresa mejor por escrito, pero jugar con la entonación y con las pausas no tiene precio. El CLNR se emociona (más bien finge que se emociona) con su propia crítica. Y lo mejor de todo: puede deleitarse escuchando su propia voz tantas veces como quiera.
En páginas de recomendaciones
Las páginas de recomendaciones presentan la cara más amable de Internet. En ellas conviven pacíficamente lectores con y sin el Síndrome. Los CLNR suben sus críticas sabiendo que nadie va a insultarles (si acaso a rebatirles educadamente). Si la crítica es buena, la gente la votará, lo cual supone un aliciente extra para el CLNR. Además, al no haber una interacción directa y simultánea, este tipo de páginas ahuyentan a los trols.
En foros especializados
Los foros especializados son lugares más oscuros. Los CLNR pueden debatir con sus iguales, y en cierto modo forman una gran familia. Pero, como en toda gran familia, no siempre impera el respeto, muchos de sus miembros no muestran su verdadera identidad y no todos dicen lo que realmente piensan. Las cenas Navideñas son un ejemplo paradigmático de esto.
Por otro lado, su familia virtual carece de la cortesía y la cercanía del contacto físico. Con sus amigos reales, el CLNR discute a gritos y se abraza, bajo los efluvios del alcohol, al minuto siguiente. Las discusiones virtuales, por su parte, pueden terminar en rupturas definitivas (en el mejor de los casos) o en campañas personales de difamación (en el peor).
La gran ventaja de los foros especializados es el reto que suponen. Al CLNR ya no le vale con escribir una crítica y publicarla. Tendrá que afilar sus argumentos y ser muy ágil a la hora de responder. Los piques literarios (no siempre sanos) son el pan de cada día en estos foros, y los trols acuden a la sangre como vampiros.
En Twitter
Twitter es el campo de batalla por excelencia. En los foros especializados y las páginas de recomendaciones sabes por lo general qué armas se pueden utilizar y cuáles no; en Twitter todo está permitido.
Se dan situaciones rocambolescas: alguien que no ha leído un libro en su vida debatiendo con un autor de renombre, insultos ad-hominem por emitir una opinión estrictamente literaria, obras censuradas (públicamente) por un párrafo sacado de contexto… El CLNR, más inclinado a la pausa y a la argumentación, no suele encontrarse a gusto en Twitter.
Además, son demasiados los autores (consagrados y no consagrados) que no se han dignado a responderle en las redes sociales. Quienes deberían apreciar mejor sus críticas, las ignoran, y esto es algo que el CLNR no puede perdonar. Es superior a sus fuerzas, os lo digo por experiencia.