
Estoy tumbado al borde de la cama, bocarriba, sosteniendo a mi hija sobre el pecho. Me giro hacia el lado equivocado, siento flaquear mis brazos…
Los abro.
Me despierto aterrorizado, estiro un brazo en la oscuridad, arrastro mi mano por el parqué.
Mi hija, entretanto, duerme plácidamente en su cuna.