
Durante meses viví inmerso en un círculo vicioso: comer me producía sueño y dormir, hambre.
Con gran fuerza de voluntad, empecé a comer cada vez menos y a reducir horas de sueño, entrando en otro círculo vicioso.
La combinación de glotonería e insomnio se me antoja complicada, fascinante e impredecible.