
Los únicos planes para Marc eran los improvisados. Si intentabas forzarle para quedar, se te escurría como un renacuajo.
Javi, por el contrario, necesitaba organizarse, planificar con antelación.
Tras muchos años hablando de quedar, una mañana se encontraron por casualidad.
Se miraron un instante, bajaron la cabeza y siguieron caminando.