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6 consejos para blogs de viajes

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Hace tiempo me enviaron un artículo que no he podido olvidar. Bajo el sugerente título de ¿Ha matado el turismo low cost a la literatura de viajes?, se recogen diversos testimonios y reflexiones de autores, editores y viajeros. Todos ellos hacen auténticos malabares para no responder a la pregunta de manera categórica, lo cual habría reducido notablemente la extensión del artículo. Y es que resulta evidente que el turismo low cost (en estrecha colaboración con Google Maps, Lonely Planet y Trip Advisor) ha matado, no sólo a la literatura de viajes, sino al viaje como tal. La verdadera aventura a día de hoy no es pasarte dos semanas en Tailandia o Costa Rica, sino visitar un pueblo de la España vaciada o incluso quedarte en casa. En un futuro inminente, nos encontraremos con blogs de viajes titulados El chiringuito de mi pueblo o Agosto en Madrid.

Lo más interesante del artículo, además del abundante material bibliográfico, es la siguiente reflexión del antropólogo y editor Pep Bernadas: “Y en realidad esa literatura, de publicidad encubierta y exaltación del yo, tendría que estar en horas de destrucción […] No basta con escribir lo que ves, con la perspectiva plana de un simple recorrido, después de haber estado un par de semanas en un sitio y utilizando el corto y pego. Se ha banalizado el concepto de literatura de viajes a partir de los mil blogs del género que en el fondo no hacen sino repetir lo mismo, una visión comercial del mundo”.

Resulta llamativo que, siendo editor, Pep Bernadas haya pasado por alto la falta de calidad literaria. Aun así, su párrafo me parece sumamente certero. A modo de homenaje, me lo he apropiado literalmente, transmutando sus críticas (que también son las mías) en consejos. Tanto unas como otros irán dirigidos a blogueros de viajes con pretensiones literarias, dejando de lado a quienes se limitan a dar información (muy valiosa en algunos casos), o simplemente a copiarla y pegarla.

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1. Publicidad encubierta

El tipo de publicidad varía en función de las características del blog, pero por lo general no tiene nada de encubierto. En el caso que nos atañe, son las compañías de seguros y los buscadores de hoteles y vuelos quienes echan sus cebos para pescar viajeros. Personalmente, no tengo nada en contra de que los blogueros recurran a anunciantes millonarios para financiar sus viajes. Lo que me molesta es que te inserten la maldita publicidad dentro de los artículos. El efecto es el mismo que cuando vemos al protagonista de una serie agitando frente a la cámara un cartón de leche de una determinada marca.

El mayor enemigo de un escritor es el lector distraído. Sin embargo, los blogs de viajes están repletos de referencias a hoteles, tours y compañías de autobuses, remarcadas y subrayadas con hipervínculos azules. ¿Por qué permitir que la publicidad invada el texto? ¿No será mejor mantenerlas separadas, dejando que cada una cumpla su función? Leer un blog de viajes plagado de anuncios es como leer un libro apoyado en una máquina tragaperras.

2. Exaltación del yo

Viajar se ha convertido en un artículo de consumo. El viajero actual se rige por la máxima del “tanto viajas tanto vales”. El estatus no se lo da un buen coche o una buena casa (como él mismo se encarga de repetir a todas horas), sino el número de países visitados o el tiempo que lleva viajando. Como todo integrante de una secta, el viajero tiene la conciencia de haber salido de un gran rebaño, pero no de haber entrado en otro (más pequeño y selecto, eso sí).

Pero al viajero no le basta con desahogarse con otros compañeros de secta (entre otras cosas porque le interrumpen constantemente para hablar de sí mismos). Necesita que sus amigos y familiares no-viajeros sepan lo que hace a cada momento, sumiéndolos en un estado de envidia permanente. Su necesidad queda parcialmente cubierta con sus publicaciones diarias en diversas plataformas (aunque supuestamente viaja para desconectar). Desgraciadamente, las redes sociales no le dejan explayarse todo lo que le gustaría. El blog de viajes se presenta como la solución definitiva, ya que le permite darse autobombo las veinticuatro horas del día, sin incómodas interrupciones ni limitaciones al número de palabras.

3. No basta con escribir lo que ves

Este tipo de viajero es la antítesis del anterior. Ha leído las 10 mejores citas de Rousseau por Internet, ha coqueteado con el budismo en el Sudeste Asiático y ha realizado algún curso de meditación. Tras mezclarlo todo en su mente, ha llegado a dos conclusiones que determinarán su forma de ser (durante el tiempo que dure el viaje) y la manera de enfocar su blog. La primera es la concepción del ego como algo dañino de lo que todos deberíamos librarnos; la segunda, que las personas locales son buenas por naturaleza (sus malas malas acciones se deben al turismo, que les ha corrompido).

Sería importante recordar a estos negadores del ego que el viaje se realiza hacia afuera, pero también hacia adentro. No debemos concebir nuestro blog como un simple “espejo que ponemos en el camino”. La visión idealizada y endulzada de la gente local , siguiendo las directrices del mito colonial del buen salvaje, se aleja tanto de la realidad como la autopercepción heroica del viajero. Ambas resultan igualmente aburridas e inverosímiles. El blog de viajes debería situarse en algún lugar intermedio.

4. Un par de semanas en un sitio

Este punto habría que matizarlo. Es evidente que visitar varios países en unos pocos meses no da para un trabajo de investigación. En este sentido, tanto el escritor como el lector deberían conocer las limitaciones de cada formato y actuar en consecuencia. Antropólogos y sociólogos del mundo, ¡no os documentéis con los blogs de viajes!

A nivel literario, el problema no es la falta de tiempo, sino de reflexión. La obligación de escribir un par de entradas al mes es mucho más perjudicial que la de no haber pasado más de dos semanas en un sitio. Lo que hoy nos parece interesante, mañana quizás deje de serlo (y a la inversa: un hecho aparentemente insignificante puede cobrar relevancia con el tiempo). La necesidad de dejar reposar las ideas y de revisar los textos choca frontalmente con el ritmo del viaje y la periodicidad del blog.

5. Mil blogs del género

Aunque te duela, los otros 999 blogueros tienen el mismo derecho que tú a contar sus viajes. Internet os ofreció a todos las mismas posibilidades de difusión, pero no todos las aprovechasteis igual. Si otros blogueros reciben más visitas y están más visibles que tú es porque tienen más dinero o porque lo han hecho mejor. No tengo consejos para combatir el primer punto, así que me centraré en el segundo.

La competencia agudiza el ingenio. En vez de perder el tiempo poniendo en duda la legitimidad de los otros 999 blogs, intenta pensar qué puedes aportar de diferente. Y no hablo sólo a nivel formal. Si hay muchas personas contando lo mismo y de la misma forma es porque hay muchas personas haciendo lo mismo. Para innovar en el tipo de blog, quizás deberías innovar primero en el tipo de viaje.

6. Escasa calidad literaria

La mayoría de los blogueros de viajes no habían escrito nada previamente ni volverán a hacerlo. Nos encontramos, por tanto, ante los primeros textos (¡sin revisar!) de una persona que no tiene tiempo ni ganas de reposar sus ideas. ¿Qué probabilidades hay de encontrar en ellos alguna calidad literaria? La estadística juega de mi parte, aunque en toda muestra aleatoria existen valores atípicos.

No penséis que los artículos escritos de un tirón son los mejores (ocurre justamente al contrario). Antes de publicar una entrada, planteaos si se queda en la simple anécdota (escrita con la emoción del momento y fácilmente olvidable) o si deja un poso más allá. Priorizad la calidad frente a la cantidad. Y no olvidéis que vuestro blog se perderá en los dominios de Internet y que vuestras fotos se hundirán en lo más profundo de alguna galería de imágenes. Sólo unos pocos recuerdos y sensaciones del viaje sobrevivirán al paso del tiempo. Esos serán los imprescindibles.

Mi novela Los extranjeros está disponible en tapa blanda y en versión eBook:

UNA NOVELA SOBRE MOCHILEROS EN EL SUDESTE ASIÁTICO: DEL HEDONISMO SIN LÍMITES A LA ESPIRITUALIDAD DEL VIPASSANA Y EL BUDISMO